Una falsa duda divulgada sin mala intención.
Frecuentemente leemos en los libros o revistas de divulgación que no descendemos de los monos, sino que tenemos un antepasado común con ellos. A veces, incluso, se afirma que la idea de “descender del mono” es una vieja patraña. (Por ejemplo, James Trefil (1992), en “1001 cosas que todo el mundo debería saber sobre ciencia” RBA editores).
¿Quién es “el mono”?
En primer lugar, es necesario decir que “mono” no es un término taxonómicamente válido, es decir, no es una palabra científicamente admitida para designar a un grupo concreto de animales. El significado popular de la palabra “mono” tampoco está claramente delimitado; según la enciclopedia Larousse sirve para designar a los miembros del orden zoológico al que pertenecemos, es decir, Primates, pero según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, sólo se refiere al “suborden de los simios”. Estoy más de acuerdo con el DRAE que con la Larousse, pues pienso que hay muchos primates que nadie calificaría como “monos”; me refiero al enigmático tarsero y a los prosimios, es decir, a los lemures, con su “cara de perro”, a los loris, a los gálagos, al extraño aye-aye, etc.
Concretando: pienso que en general, cuando decimos popularmente “mono”, nos referimos a los miembros del suborden Anthropoidea exceptuando al hombre. Esto incluye al infraorden Platyrrhine (platirrinos o “monos del nuevo mundo”, es decir, todos los monos americanos), y al infraorden Catarrhine, los catarrinos, que incluye las familias Cercopithecoidea (papiones, mandriles, macacos, colobos, etc.) y Hominoidea (gibón, chimpancé, gorila, orangután y hombre), exceptuando al hombre. (He seguido a Benton, 1991. Paleontología y Evolución. Ed. perfils). Quizá habría que excluir también a los hombres-mono, es decir, a los australopitecos.
(Si algún lector no está de acuerdo con excluir a los prosimios del significado de la palabra “mono”, da lo mismo. Quiero decir que no afecta en absoluto a la argumentación posterior.)
¿Qué es “descender del mono”?
Cuando alguien dice que descendemos del mono solo puedo entender lo siguiente: descendemos de animales pertenecientes al grupo de los monos. Muchas personas inmediatamente se hacen la siguiente pregunta: ¿Por qué entonces no todos los monos se han convertido en humanos?. Hay múltiples respuestas posibles, pero no nos metamos en ellas. Usemos tan solo la lógica y un símil adecuado: Digamos sencillamente que la familia McFlaherty, estadounidense, desciende de irlandeses, sin que esto signifique que todos los irlandeses se hayan convertido en la familia McFlaherty. En biología evolutiva nada obliga a todos los miembros de un grupo a transformarse en lo mismo. De hecho, tal situación sería muy extraña.
Bien, la evidencia procedente de la paleontología, la anatomía comparada, la embriología, y la genética molecular, coincide en un hecho: el hombre desciende de animales que pertencieron al grupo de los monos y habrían sido clasificados como tales. Es decir, que entre nuestros antepasados hubo auténticos monos. Tanto si con “monos” nos referimos a los simios antropoides, como si nos referimos a todos los primates, se cumple que descendemos de monos.
Antepasados comunes: una obviedad
Volvamos ahora al principio: “no descendemos de los monos, sino que tenemos un antepasado común con ellos“. Considero errónea esta frase. En primer lugar, decir que tenemos un antepasado común con los monos no es decir gran cosa, pues tenemos un antepasado común con cualquier ser viviente, sea bacteria, elefante, margarita o champiñón (Esta es una de las más bellas ideas ciertas que ha concebido el hombre, concretamente Charles Darwin). En segundo lugar, el antepasado común entre todos los monos actuales y el hombre era un auténtico mono, luego los dos enunciados, “descendemos de los monos” y “tenemos un antepasado común con los monos” no son contradictorios, ni siquiera uno es más correcto que el otro, como da a entender la frase.
También había monos antiguamente
¿Por qué se divulga entonces esa frase? Parece que las intenciones eran buenas: intenta aclarar que nuestro antepasados simiescos no son monos actuales, sino formas fósiles. Lo que nos quieren decir quienes emplean esta frase es que el hombre no desciende del chimpancé, ni del gorila, ni del mono aullador, ni del macaco japonés, sino de primates que ya no existen como tales. Sin embargo, esta idea se ha plasmado de forma muy poco afortunada.
Los primates existen desde el paleoceno (65-57 millones de años) y los monos existen desde el oligoceno (34-23 millones de años). Todos los antepasados del hombre que vivieron entre esa época y la de la aparición de los primeros australopitecos, eran monos. Tenían aspecto de mono y comportamiento de mono (si es que es posible tal generalización). Cualquier persona que tuviera el privilegio de verlos, se referiría a ellos, sin vacilar, como “monos”. Descendemos de monos, monos antiguos, pero monos sin lugar a dudas.
Hombre y chimpancé
El análisis filogenético muestra que el antepasado común entre cualquier mono actual y nosotros era otro mono. Pero centrémonos en nuestros parientes más cercanos. Tanto la anatomía comparada como las técnicas moleculares revelan que el animal más estrechamente emparentado con nosotros es el chimpancé. Se calcula que el antepasado común vivió hace entre 7 y 5 millones de años, y posteriormente su linaje se dividió en dos: el de los chimpancés y el de los homínidos (primates bípedos: Australopithecus, Paranthropus, Homo). Si pusiéramos a los homínidos en orden de antigüedad, podríamos ver que los más antiguos son los que más se parecen al chimpancé, particularmente en el cráneo, manos y tórax. Esto no significa que descendamos del chimpancé, sino que el antepasado común entre hombres y chimpancés era muy parecido a este último. Al menos, era mucho más parecido al chimpancé que al hombre (con toda seguridad no andaba de pie, no hablaba, etc.). Se deduce de esto que, aparentemente, el chimpancé ha evolucionado (cambiado) morfológicamente y comportamentalmente en menor medida que que el hombre. Por otro lado, si el chimpancé es un mono, nuestro antepasado de hace 7-5 millones de años no lo era menos. Es decir, que descendemos de un mono muy parecido al chimpancé. Ni Darwin se equivocó esta vez, ni los temores de sus enfadados críticos eran infundados.
Información obtenida de:
http://www.homowebensis.com/archivos/realmente-descendemos-del-mono/